lunes, 22 de abril de 2013

TUS SUEÑOS NO CADUCAN


Las mejores luces llegan cuando nos abandonamos a la Voluntad Mayor y descansamos, aceptando que estamos resguardados en brazos invisibles pero sumamente poderosos.

El diario trajinar nos desgasta de tal manera, que los sueños e ilusiones que antes estimulaban nuestros pasos, van decolorándose y pierden sentido bajo el peso de la subsistencia impuesta.

Nuestros pasos están contados en la ida y venida de la diaria rutina. Huellas esculpidas en el pavimento de nuestra sufrida ruta, que ya no da más que para seguir aferrados a los límites conocidos, a lo único que aún sentimos como propio sin saber cuanto más durará, pues el temor de la novedad nos paraliza.

Mientras avanzamos como autómatas, nuestras mentes infladas de pensamientos nefastos dibujan rostros de angustia, zozobra y pesar. Aceleramos el tiempo brincando al futuro que esperamos y dejamos de lado el agobio que siente el alma, por un momento, apenas segundos, pues el peso de la depresión colectiva no permite que soltemos amarras y nuestros sueños se estrellan contra el pavimento de nuestra realidad.

Este es el lado oscuro que muchos han permitido que se instale en sus vidas en estos últimos tiempos. Le abrieron las puertas de par en par como si de un huésped de alta alcurnia se tratara. No hacen más que elogiar con su disgusto lo que tanto les disgusta. Cuanta fuerza han dado a lo que, por sí mismo, no tiene poder alguno.

Entender es importante, es necesario salir de esta rueda en la que han quedado atrapados unos, y arrastran a otros más que, insensatos, siguen el juego de entonar, al unísono, el canto de sirenas que tiene a todos hechizados.

Deténganse por un instante y piensen, reaccionen pues han dado permiso a la tortura constante y sin tregua y llego a pensar que tortura aceptada, más que eso, termina siendo masoquismo colectivo.

La fragilidad se manifiesta cuando nuestra personalidad se desintegra bajo el consentimiento de nuestra mente saturada. Tiempo ha llegado para reaccionar y dejar de lado los pasajes que han sido escritos, no para ti, no los asumas como propios. Escritos por otros que precisan de ti para lograr sus sueños realizar.

Despierta entonces y recuerda, tus sueños propios no caducan, dale alas, que vuelen tan alto que consigas tu mirada levantar. Entonces recordarás que hay un horizonte infinito y nadie a este suelo te puede amarrar. Eres libre, no busques excusas para seguir girando en esa rueda de locura colectiva. Sal de allí y sigue tu camino, sólo así a otros podrás ayudar.

Si confianza tienes, un poco apenas, en esos brazos invisibles que la Divinidad te extiende; aférrate a ellos, abrázalos con tu alma y sentirás que ninguna angustia te vuelve a perturbar.



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